Matronatación. La primera visita a la piscina


Autor: A. Hernández

2. La primera visita a la piscina:

bebesEl bebé necesitará un tiempo para aclimatarse al nuevo entorno (temperatura, espacio, ruido, gente, etc.). Lo normal es que el profesional asignado a tus clases te enseñe las instalaciones. Lo habitual es que no estés solo y tanto tu bebé como tu tengaís compañeros de piscina nuevos. Aprovecha para intercambiar opiniones con otras mamás o papás y si tienes dudas pregúntale al técnico que os acompaña. Poco a poco el bebé se irá relajando.

Con toda la tranquilidad del mundo, y ya en la piscina, cambia a tu hijo en un lugar donde no haya corriente. Sentaros al borde del vaso. Asegúrate de la profundidad, es obligatorio que esté marcado con pintura en el mismo borde; pregunta si dudas al técnico. Lo habitual es que mida entre 0,50 y 1 metro. Si ves que tú solo no puedes sentarte pide ayuda para que te sujeten al bebé mientras tu te sientas junto a él o te metes en el agua.

Coge al pequeño entre tus brazos y llévatelo al pecho, háblale en tono tranquilizador. Date un pequeño paseo por el agua mojando poco a poco. Esto para ser el primer día es más que suficiente.

El técnico o monitor os explicará todo cuanto necesitéis saber. Recuerda que el verdadero profesor no será nadie más que tú, el monitor solo os irá dando pautas y recomendaciones de actuación.

El método utilizado nunca debe “presionar” al niño para que aprenda a flotar. Se trata de que le pierda miedo al agua, si lo tuviera, lo vea como algo lúdico y se divierta. Importa más que la experiencia sea grata a que consiga la flotación. Si el método de enseñanza es bueno, los niños no tienen por qué pasarlo mal o mostrarse reacios a acudir a la piscina. Los padres no deberían obsesionarse porque sus hijos aprendan técnicas de supervivencia (como la flotación) o de movimientos. Lo fundamental es que adquieran el gusto por el agua.

Si por miedo, por dificultades económicas o por cualquier otro motivo los padres presionan al niño para que consiga objetivos en un tiempo corto, los efectos serán probablemente justo los contrarios a los que se buscaban. Además, a estas edades, los niños tienen una percepción muy intensa de lo que ocurre a su alrededor, y muy pocas vías de expresión de sus temores, muchas veces reducidas al lloro y otros síntomas no orales.

Si la experiencia resulta demasiado traumática, dejará secuelas durante el resto de su vida. Hay que crear un ambiente relajado en el que tanto el propio niño como los padres y el monitor disfruten de las clases y se inspiren confianza mutua.

3. Recomendaciones que no debes olvidar:

  • Antes de acudir a la piscina con tu bebé deberás consultar con el pediatra.
  • No dejes nunca a tu bebé solo cerca del agua. Aunque los programas de natación para bebés pueden enseñarle a moverse en ella, tu bebé es demasiado pequeño para ser consciente del peligro que ello tiene.
  • El personal que impartirá las clases estará cualificado de forma específica para trabajar con niños.
  • Elige un horario en el que el niño normalmente no tenga que dormir o comer.
  • Nunca le des de comer minutos antes de la sesión de natación.
  • Después del baño hay que secar al niño inmediatamente.
  • Una vez que el niño esté vestido, debemos abandonar inmediatamente el pabellón de la piscina. Con el aire caliente el niño se pondría a sudar en seguida, lo que significa resfriado seguro al salir a la calle.
  • Un niño enfermo no debe bajo ningún concepto bañarse. Tan pronto como advirtamos los primeros síntomas de alguna indisposición, dejaremos de llevarle a la piscina y no reanudaremos las clases hasta que el niño vuelva a estar perfectamente restablecido.
  • Lleva todo lo necesario para cambiar de pañal al niño.
  • Nunca hagas comparaciones entre tu bebé y otros. Esto provoca una actitud que puede perjudicar el desarrollo del niño.
  • No establezcas un determinado periodo de tiempo para lograr objetivos, cada niño aprenderá a su ritmo. Por lo tanto has de respetar el ritmo de desarrollo del bebé y nunca forzarle.
  • Ten presente que los aledaños del vaso están casi siempre mojados y puedes resbalar, especialmente cuando tienes al pequeño en tus brazos. Camina con mucho cuidado y utiliza zapatillas cuya suela no resbale.
  • Personalmente desaconsejo las escuelas, piscinas o entidades cuyos programas acuáticos para bebés promueven dicha actividad únicamente como una manera de lograr respuestas de supervivencia en lugar de considerarla como un aspecto más de la educación física, psíquica y afectiva.
  • Evita piscinas de dudoso control higiénico y sanitario porque son causa de serias infecciones y enfermedades. Si tienes que hacer una reclamación formal para subsanar una deficiencia, no lo dudes, le beneficia a tu hijo, a ti y a todos los usuarios en general.

5. Bibliografía:

  • Liselott D., Lothar B., Hermann H. "El niño aprende a nadar". Miñón. Valladolid, 1978.
  • Riad Boudaki, "Natación para bebés, pautas básicas". Comunicaciones técnicas, nº 5, 1992.
  • María Castillo Obeso. "Los bebés y el agua: una experiencia real". Comunicaciones técnicas, nº 1. 1992.
  • Lauren Heston, "¡Al agua, patos!" RBA Libros, 2000.