Natación: Miedo al agua


Autor: A. Hernández

1. ¿Qué es el miedo?:

El miedo es una emoción que podemos reconocer a través de una serie de cambios fisiológicos y psicológicos. Estos cambios están relacionados con el sistema nervioso autónomo y el endocrino.

fobiaEl miedo es considerado como un sentimiento producido por un peligro presente e inminente, real o no. Se trata de una señal emocional de advertencia de que se aproxima un daño físico o psicológico. El miedo también implica una inseguridad respecto de la propia capacidad para soportar o manejar una situación de amenaza, en la que no conlleva necesariamente un peligro físico.

Se trata pues de un sistema orgánico de supervivencia, una herramienta de autoprotección ante estímulos peligrosos y adaptativa al medio.

Cuando el miedo a ciertos objetos, acontecimientos o determinadas situaciones es demasiado intenso, desproporcionado, persistente y además es irracional, podemos hablar de una fobia, y concretamente en el caso del miedo al agua, podríamos hablar de una fobia especifica.

2. ¿Qué es una fobia específica?:

Cuando la fobia se desarrolla en relación a un objeto o situación determinada se llama fobia específica. Estas se pueden clasificar en cuatro grandes grupos según el objeto fóbico que lo origina:

  • A los animales.
  • Al medio ambiente, alturas (vértigo), agua, tormentas, etc.
  • A la sangre, inyecciones, heridas, hospitales, etc.
  • Determinadas espacios o situaciones, como por ejemplo lugares cerrados, conducir vehículos, viajar en avión, atravesar túneles, ascensores, escaleras mecánicas, etc.

En el caso de las fobias específicas es muy difícil determinar con porcentajes de frecuencia dado que aún hoy en día la gente soporta estos padecimientos pensando que no tienen solución o que no merecen ser tratados. Sin embargo la práctica clínica indica que es un trastorno que afecta a un alto porcentaje de la población.

A pesar de que el miedo es reconocido por el propio sujeto como irracional, su control escapa a la voluntad. La exposición al objeto provoca, casi invariablemente, ansiedad. Con el fin de evitar la ansiedad, aparece una conducta caracterizada por la evitación del estímulo o situación temida.

Cuando se produce la percepción del peligro se desencadenan un serie de efectos sobre la persona que padece la fobia; los más importantes se muestran en la siguiente tabla:

Tabla 1.- Efectos de una fobia.
Efectos subjetivosEfectos fisiológicosAfrontamiento
  • Tensión
  • Desasosiego
  • Malestar
  • Incremento de la frecuencia cardíaca
  • Incremento presión arterial
  • Incremento salida cardíaca
  • Incremento fuerza de contracción
  • Incremento conductividad piel
  • Incremento frecuencia respiratoria
  • Incremento tensión muscular
  • Reducción volumen sanguíneo
  • Reducción temperatura periférica
  • Reducción amplitud respiratoria
  • Escape
  • Evitación
  • Focalización atención

3. Causas originarias del miedo al agua:

Calamia (1993) agrupa en dos bloques los aspectos que podían ser considerados como las causas originarias del miedo al agua:

  • El sujeto ha recibido una educación hidrofóbica, sin poseer un experiencia acuática. Esto se debe generalmente a que el adulto proyecta su propio miedo sobre el niño que lo integra en su sistema de funcionamiento. En este caso, el miedo es producto de la huella educativa, el sujeto desarrolla unos pensamientos irracionales y ansiógenos en relación al medio acuático.
  • El sujeto ha memorizado una o varias situaciones acuáticas provocadas por un choque emocional estresante, como puede ser el inicio de un ahogamiento o una inmersión provocada. En este caso el miedo resulta de un traumatismo vivido a través de prácticas pedagógicas inapropiadas. Esto puede derivar en que el contacto de un sujeto con el agua, o el simple pensamiento de este contacto provoque una reminiscencia emocional que perturba su homeostasis (mecanismo de autorregulación interno del organismo). La alteración del sujeto respecto a su entorno altera o aniquila los procesos por los cuales adquiere informaciones sobre este entorno y las elabora con el objetivo de ajustar su comportamiento.

Bajo mi punto de vista, como profesional docente de la natación, la causa de origen traumático no es tan frecuente como el de origen educativo. Estas últimas causas se dan más en adultos, y las primera en niños.

Según el doctor Jiménez Planas (psicoterapeuta infantil), el temor al agua no es de los más frecuentes, pero que éste puede presentarse, aunque en realidad se trate de un miedo a lo desconocido, a lo que puede haber bajo la superficie, o esté causado por el movimiento de las olas. "A veces, lo que asusta no es directamente el agua, sino la existencia de peces o monstruos que puedan salir de ella y morderlos. En otras ocasiones, puede ocurrir que la fobia sea pánico a morir ahogado por alguna historia que el chaval haya visto, oído, o simplemente, imaginado o soñado", añade.
En cualquier caso, el "respeto" al mar y a las piscinas nunca debe desaparecer en el niño. Otra cosa muy distinta es que éste dé lugar a un temor que incapacite al chiquillo para disfrutar de un buen chapuzón, una situación ciertamente preocupante.

4. Tratamiento:

Según los expertos, la primera norma para ayudar a un chaval a superar este tipo de temores es no forzarle a que lo afronte directamente, ya que podríamos provocarle mucho más miedo. Para Jiménez Planas, "la clave de todo es demostrar y transmitir al niño la sensación de que estamos junto a él, de que nosotros no nos sentimos asustados y jugamos y disfrutamos. De esta forma, puede llegar a calmarse. Por el contrario, si su temor angustia a los adultos que están cerca, el pequeño puede entender que a los mayores también les da miedo, y posiblemente le entrará el pánico".
Por este motivo, este profesional asegura que lo más conveniente es proponernos como "modelos a imitar" y, tranquilamente, con paciencia, transmitir seguridad. "Hay que dejar que el agua suba hasta una altura del cuerpo del niño que normalmente no tolera, incluso dejarle solo poco a poco, siempre bajo supervisión profesional, para que el miedo vaya desapareciendo". Otro método para evitar que un chiquillo sienta fobia al agua es animarnos a asistir junto a él a los cursillos que organizan las piscinas durante todo el año.

Cuando las fobias interfieren en la vida de una persona, el tratamiento puede servir de ayuda. Existen tres tipos de terapias psicológicas para afrontar el miedo al agua:

  • Terapia de exposición: Este tipo de terapia ha demostrado un alto indice de efectividad en el tratamiento de las fobias especiíficas.
    Expuesta por primera vez por el sudafricano Joseph Wolpe en la década de los 50, trata de desensibilizar al paciente del estímulo que produce la fobia. Para hacerlo se expone físicamente al paciente al objeto fóbico de forma controlado, gradual y progresiva; enseñando al paciente a perder el miedo. El paciente tendrá total control sobre dicha exposición.
    Generalmente se acompaña de técnicas de control de la angustia y/o ansiedad.
  • Desensibilización sistemátia: Se trata de una técnica parecida a la anterior, con la diferencia que no se utiliza la exposición directa o física a la fobia, sino que se hace forma imaginaria.
  • Terapia congnitiva: La terapia cognitiva es un proceso en el cual se trata de resolver el problema fóbico basándose en experiencias de aprendizaje o reeducación del pensamiento para que el paciente actúe de una forma más realista eliminando las falsas creencias. El paciente, con la ayuda y colaboración del terapeuta, aprende a descubrir y modificar los pensamientos e ideas que lo hacen sufrir.
    Este tipo de tratamientos, puede incluir, además de los ya mencionados, otras técnicas de modificación de la conducta:
    • Información al paciente sobre la naturaleza de la ansiedad en general y de las fobias en particular: mecanismos básicos, procesos de condicionamiento, explicación sobre los síntomas y su alcance, relaciones entre pensamiento, emoción y acción.
    • Identificación y neutralización del procedimientos contraproducentes, utilizados por el paciente para regular su problema, pero que, en realidad, contribuyen, no a la solución, sino al mantenimiento del problema.
    • Respiración diafragmática lenta y relajación muscular progresiva.
    • Exposición controlada y progresiva a situaciones temidas.
    • Desensibilización sistemática: combinación de técnicas de relajación con el enfrentamiento gradual a estímulos fóbicos.
    • Prevención de respuesta o inundación: consiste básicamente en impedir las respuestas de evitación
    • Modelado operante: Inicialmente el paciente observa a un modelo, otra persona, que se enfrenta a las situaciones que él teme sin sufrir consecuencias desagradables. Después el paciente, progresivamente, con ayuda del terapeuta trata de emitir respuestas adaptativas a la situación, a pesar de que persista cierto grado de ansiedad.
    • Materiales de autoayuda como complemento de la terapia, y/o soporte de las "tareas para casa".

Estos son algunos de los recursos terapéuticos más conocidos y probados en el tratamiento de las fobias simples. Se ha de tener en cuenta no obstante, que estos trastornos pueden venir asociados a otros problemas, que requieren también un abordaje, en el contexto de un tratamiento integrado y convenientemente articulado. El tratamiento, en rigor, no lo es de la fobia, sino de la persona que lo padece, en relación, naturalmente, con la demanda que efectúa.

Los tratamientos suelen desarrollarse individualmente, aunque en algunos en ocasiones, en función del caso y del momento, está indicado el tratamiento grupal, o la participación de algún acompañante. Los tratamientos suelen durar entre tres y seis meses. No existe hasta ahora un tratamiento comprobado a base de medicamentos, para fobias específicas, pero en ocasiones ciertas medicinas pueden recetarse para ayudar a reducir los síntomas de ansiedad antes de que la persona se enfrente a una situación de fobia.

5. Nota importante sobre el auto-diagnostico:

  • Usted no puede, ni debe auto-diagnosticarse. Sólo un profesional de la salud cualificado está en condiciones de hacerlo con rigor y fiabilidad.
  • Cuando una persona está preocupada por su salud o normalidad suele identificarse con síntomas o enfermedades que no tiene, o confundirlos con otras posibles.
  • Si tiene dudas acuda en primer lugar a su médico general o de familia, él le orientará al respecto.

7. Bibliografía:

  • Agras, S. (1989). Pánico. Cómo superar los miedos, las fobias y la ansiedad. Barcelona: Labor
  • Marks,I.M.(1991a).Miedos, fobias y rituales: (2)Clínica y tratamientos. Barcelona: Martínez Roca
  • Echeburúa, E. y de Corral, P. (1995). Técnicas de exposición: Variantes y aplicaciones. En F.J. Labrador, J.A. Cruzado y M. Muñoz (Eds.), Manual de técnicas de modificación y terapia de conducta (pp. 422-456). Madrid: Pirámide.
  • Enciclopedia Everest de la salud.
  • Enrique G. Fernández-Abascal (1997). Psicología General, motivación y emoción. Madrid: Edit. Centro de Estudios Ramón Areces, S.A.
  • Castillo, M., Sanchez, J. A., Palacios, P. (1996). Cursos de Verano del I.N.E.F. de Castilla y León: Ampliación de planteamientos en actividades acuático-deportivas, vol.I, 70-97.
  • Siquier, S. (1987). El factor miedo en el aprendizaje de tareas motrices (una reflexión al enseñar tareas motrices al niño). Revista de Educación Física, nº 15 , 26-30.