Anoté a mi bebé de 5 meses a clases de natación en Inglaterra, hace 19 años cuando aquí ni exitían. Abracé a mi niña y la sumergí tranquilamente en el agua, con cariño y mucho cuidado, combinando abrazos, besos y chapuzones pequeños, hasta ir sumergiendola. Al principio se sorprendió y lloriqueaba un poco, luego a ratos, la dejaba flotar sobre mi pecho, conmigo tumbada y me iba separando poco a poco. A las pocas clases, estabamos las dos encantadas. Procurabamos separarnos del resto de madres-bebes, pues la histeria de las madres se transmite a los hijos que no paran de llorar, el miedo y la inseguridad es tremendamente perceptible para los bebes, y el contagio de gritos entre estos también. Lo importante es tomarse tiempo para que el bebé se sienta cómodo y siempre cerca de ti, que sienta que no pasa nada, que todo está bien. Cuanto antes se anoten a clases mejor, pues tienen más grabado el recuerdo de cuando aun estaban en el vientre materno. Tube un bebé feliz, que dormía de un tirón, comía como una glotona. Hoy tiene 19 años, es una experta nadadora, y presume gustosa de haber aprendido a nadar antes de andar.