Qué bien nos lo pasamos.
La niña disfrutó mucho y la madre, ni te cuento. Llegó con relativa timidez al medio (no se asustó, pero los primeros minutos estábamos muy abrazaditas) pero al rato ya sonreía mucho y se echaba sus buenas carcajadas viendo como mamá aparecía y desaparecía de dentro del agua cuando la monitora la cogía algún momentito. Qué simpática tras su primera inmersión. Mientras le caía el agua por la cara, miraba a lo lados como buscando y resituándose en el planeta, ja, qué graciosa. Eso si, no lloró en ningún momento, con lo que nos atrevimos incluso con el pequeño tobogán.
Mi niña sólo tiene seis meses, así que tampoco podemos hacer muchísimo más que flotar y disfrutar, pero la cosa estuvo entretenida. Como los materiales que se utilizan tienen colores tan llamativos, ella quería coger todo y, cómo no, llevárselo a la boca (que ya está liada con los primeros dientes).
Gracias por vuestras indicaciones.
Mañana volvemos de nuevo al agua, así que ¡seguiremos disfrutando.